Y: Oh, catástrofe
(Nuestro mono trágico
Evadido del Zoo
Ha devorado a los
presentes)

j. m. a.


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domingo, 27 de marzo de 2011

Espirar la espiral

Una de las metáforas visuales que más nos haya impresionado en una película tiene lugar en Deux ou trois choses que je sais d'elle (1966); se trata de la célebre secuencia en la que Jean-Luc Godard consigue evocar el movimiento del universo en una taza de café recién removida por una cucharilla:



Chris Marker da otra vuelta de tuerca, riza el rizo, espira la espiral cósmica cuando dedica una secuencia del film Sans Soleil a realizar un recorrido sentimental por los diversos escenarios de Vértigo que se desarrollan en San Francisco y sus alrededores. Desfilan ante el espectador los fotogramas filmados (sic!) de la secuencia en la que Scottie y Madeleine se encuentran ante el tronco cortado de una secuoya, en cuyos anillos concéntricos se puede leer la Historia de la humanidad, y en la que la mano elegantemente enguantada de la misteriosa Madeleine indica la distancia insignificante que va de su propio nacimiento hasta su muerte. Mientras el narrador de Sans Soleil rememora los célebres fotogramas de Vértigo en su visita al bosque de secuoyas cercano a la Misión Dolores, suena superpuesta a su voz una melodía reconocible: es la que acompaña a la pareja de La jetée en su paseo por el Jardin des Plantes de París. Allí, otra mano enguantada señala otro tronco de secuoya igualmente milenario. No, esta vez señala más allá de los anillos concéntricos mientras afirma: "Allí es de donde yo vengo".

Chris Marker no muestra en Sans Soleil ninguno de los fotogramas filmados que componen La Jetée. Muestra su melodía, en lo que bien podría ser un tributo al uso magistral que Hitchcock hace en sus películas del poder evocador de la música, cuyo potencial Edgar Morin describe así: “entre las visiones más desgarradoras del cine, se encuentran esos momentos en que un estribillo evoca una imagen pasada, sin que ésta vuelva a ser introducida por un flash back o una sobreimpresión". Muestra los fotogramas filmados de Vértigo. La superposición de la melodía de La Jetée a los fotogramas congelados de Vértigo provoca un efecto que va más allá de la rememoración evocativa del cortometraje. Según afirma Michel Chion, “el sonido sobreimpresionado en la imagen es susceptible de puntuar y destacar en ésta un trayecto visual particular. No sin un posible efecto de ilusionismo: cuando el sonido consigue hacer ver, articulado en la imagen, un movimiento rápido ¡que no está en ella!”. Los protagonistas de Vértigo acaban emulando a la pareja de La Jetée, animados por la misma melodía que acompañaba a éstos últimos por el Jardin des Plantes de París. El tributo que rinde La Jetée a Vértigo es correspondido, 21 años después, por el homenaje que dedican los protagonistas de Vértigo a La Jetée en Sans Soleil...

Sans Soleil (1983):







La Jetée (1962):


















Vértigo (1958):