Y: Oh, catástrofe
(Nuestro mono trágico
Evadido del Zoo
Ha devorado a los
presentes)

j. m. a.


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jueves, 6 de septiembre de 2012

Sobre la tristeza (I)

No cabe duda de que Alexandru Vona fue un tipo triste. Un tipo triste ingeniero de oficio, de una tristeza sublime capaz de imaginar los escenarios más tristes, como el aeropuerto de Orly, del que fue artífice, el lugar donde caería muerto mucho después el espectral héroe de La Jetée, muerto una y otra vez, muerto hasta la saciedad y espectador atónito de su propia muerte en una de las películas más tristes, más felizmente tristes que se hayan filmado


Alexandru Vona debió imaginar ese espigón (jetée) donde el héroe es arrojado (jeté) y calcular al milímetro la cantidad de cemento, la distancia entre las torres de megafonía, la situación de las salas de espera y esos cristales ahumados que habrían de reflejar los rescoldos del sol poniente y en negativo la carrera de un Ícaro cuyas alas arderían antes de echar a volar, calculó la distancia exacta hasta ese cielo opresor al que se ofrecieron unas garras abrasadas, el tamaño y forma del embaldosado, aquel gris deslucido y húmedo sobre el que el cuerpo yació para ser tragado después para siempre, una y otra vez para siempre, por el fundido a negro.

Vona imaginó un aeropuerto, cerca del espigón una escalera y el punto exacto donde, dos años antes de que naciera aquel hombre que siendo niño presenció su propia muerte, Michel (Jean Paul Belmondo) se despedía de Patricia (Jean Seberg) en À bout de souffle. Con el mismo talante burlón con que horas después se cerraría a sí mismo los ojos tras ser abatido a tiros por la policía. Se cerró los ojos queriendo cerrar la nariz y dijo: “c’est vraiment degueulasse” por no querer decir “c’est vraiment triste”.

Mucho antes de que todo esto sucediera, antes incluso de imaginar el aeropuerto de Orly, Alexandru Vona imaginó un libro, y después lo escribió. O escribió un libro y después lo imaginó, ya que este libro no sería publicado hasta muchos años después de escrito, muchos años después de muertos los muertos de La Jetée y À bout de souffle. Ese libro, imaginado o real, trataba sobre la tristeza.