"En el mundo realmente invertido, lo verdadero es un momento de lo falso"
G. Debord, La sociedad del espectáculo.
"El
uso clásico de la imagen intolerable trazaba una línea recta entre el
espectáculo intolerable y la conciencia de la realidad que éste expresaba, y de
allí al deseo de actuar para cambiarla. Pero este vínculo entre representación,
saber y acción era una pura presuposición. De hecho, la imagen intolerable
obtenía su poder de la evidencia de los escenarios teóricos que permitían
identificar su contenido y de la fuerza de los movimientos políticos que los
traducían en una práctica. El debilitamiento de esos escenarios y de esos
movimientos ha producido un divorcio, que opone el poder anestésico de la
imagen a la capacidad política de toda imagen. El escepticismo presente es el
resultado de un exceso de fe. Nació de la decepcionada creencia en una línea
recta entre percepción, afección, comprensión y acción. Una confianza nueva en
la capacidad política de las imágenes supone la crítica de ese esquema
estratégico. Las imágenes del arte no proporcionan armas para el combate.
Contribuyen a diseñar configuraciones nuevas de lo visible, lo decible y lo
pensable; y, por eso mismo, un paisaje nuevo de lo posible."
El espectador emancipado, Jacques Rancière, página 105.
Castellón: Ellago, 2010.